Unos dicen que la estrategia del gobierno ha sido un fraude, un escándalo, que es antinacional, que nunca deberíamos haber abierto este canje. Los otros que nunca lo deberíamos haber cerrado.

Los primeros me recuerdan cuando discutía con el maximalismo universitario: hiciera uno lo que hiciera, significaba una claudicación burguesa y ellos hubieran hecho siempre más. No pasan del 2 % del respaldo popular, pero hay que hacer más.

Si tuviera más tiempo, me extendería sobre la experiencia de Ecuador, donde el hoy Presidente Correa efectuó dos tramos de discriminación política de la deuda, y sin embargo, si uno compara sus resultados, en términos absolutos y en términos de relación con el PBI, la relación con la deuda original no fue diferente del resultado que arrojó el canje argentino.

Desde lo conceptual, desde el ideal político, comparto la idea de la discriminación entre la deuda legítima e ilegítima. Pero cuando uno analiza la quita de capital, el alargamiento de los plazos de pago y la curva de vencimientos, se da cuenta que hubo resultados que hubieran sido muy similares a si se hubiera utilizado el otro mecanismo. Con la diferencia de que al ser el único país de América Latina que había caído en default, hubieramos estado en soledad; no era toda la región la que iba a hacer ese cuestionamiento. Y si por el 0.45% de los acreedores tenemos la presión que tenemos, imaginemos cuál hubiera sido la situación internacional de la Argentina si hubieramos puesto en juicio en términos políticos el total de la deuda externa.

Del otro costado ideológico se plantea que no se debería haber cerrado el plazo del canje anterior. Tal vez sea yo, pero a veces no puedo creer que hablen en serio. Porque justamente el poner un plazo y aferrarse claramente al plazo es lo que operaba como factor de presión para que los acreedores entraran. Si el plazo se hubiera extendido indefinidamente, eso hubiera llevado a que los acreedores acordaran entre sí para que la Argentina modificara las condiciones.

Por ello, viendo las críticas de uno y otro costado, llegamos a la conclusión de que la estrategia usada fue razonable, equilibrada. Pero no neutral, porque sostiene las condiciones soberanas de pago. Y no cabe duda, desde el sentido común, de que se ha modificado profundamente la incidencia extorsiva de la deuda externa sobre el desarrollo de nuestro país.

Voy a ir a otro argumento que hemos escuchado: que el fallo fue así de duro "por errores de la estrategia argentina". Yo creo exactamente lo contrario: que cuanto mejores fueran los argumentos argentinos, más duro iba a ser el fallo. Porque este fallo, que está emitido desde el corazón del capitalismo financiero internacional, es un fallo político. Es un fallo que lo que castiga no es la línea argumental de un estudio de abogados. Lo que este fallo castiga es que a partir de un trípode que es No al Alca, pago del saldo de la deuda al FMI y reestructuración de la deuda privada, la Argentina rompió el mito fundador del sistema financiero internacional que es "país que desobedece, país que desaparece". Y la Argentina no sólo no desapareció, sino que desafiando la estrategia del sistema financiero internacional, logró en estos años recuperar los fondos previsionales, recuperar el Banco Central, recuperar el control de YPF, y logra que el 97% de sus relaciones laborales esté sujeto a negociación colectiva. Eso es lo que castiga este fallo, no una mala estrategia o una línea argumental de un estudio de abogados.

Termino con lo siguiente: estamos en un mundo dominado por un sistema que necesita sostener su volumen de consumo teniendo crisis de producción, y por lo tanto su política es hacerle pagar ese déficit a los países subdesarrollados a los que han dominado históricamente. ¿Y por qué vía se lo pretenden hacen pagar? Por vía del proteccionismo, razón por la cual los países del Mercosur se resisten a avanzar en el acuerdo con la Unión Europea, precisamente por la política proteccionista de la Unión Europea.

La segunda vía son las condiciones que impone el sistema financiero internacional, volver a hacer entrar a los países al sistema financiero para condicionar después sus políticas económicas. Y la tercera vía es el comercio de armas, que es la industria que más divisas mueve en el mundo, para que ellos se puedan garantizar la provisión de hidrocarburos.

¿Cómo responde la Argentina? La Presidenta denuncia el proteccionismo en la reunión del G-20, denuncia las guaridas fiscales y apela el fallo de los fondos buitres, y rechaza la intervención militar en Medio Oriente. Es decir: desde la dignidad de una política soberana, intenta desafiar las leyes que gobernaron históricamente este sistema.

Por esa consistencia en la política exterior de nuestro gobierno y de la mayoría de los gobiernos populares de la región es que apoyamos fervientemente este proceso y este proyecto. Muchas gracias.