LA CÁMARA DE DIPUTADOS DE LA NACIÓN
Que vería con agrado que el Poder Ejecutivo encare una necesaria modernización de la estructura y el funcionamiento del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto en orden de ponerlo en sintonía con los desafíos que nos imponen las nuevas condiciones del sistema internacional y una adecuada inserción internacional argentina.
Dicha modernización debería partir de una apropiada restructuración del Ministerio, tendiente a la formulación colectiva de políticas, a fin de acelerar el proceso decisorio y facilitar así una rápida respuesta a los nuevos desafíos.
Se acompaña un Anexo de Diez Medidas con el fin de que sean contempladas por el Poder Ejecutivo Nacional como contribución a la concreción de los objetivos propuestos.
Sr. Presidente,
Según el artículo 3° de la Convención de Viena de 1961, las funciones de una misión diplomática consisten en: representación, protección, fomento de las relaciones amistosas y negociación. Ésta última constituye una parte esencial de la diplomacia y una actividad primordial de la misión y su personal. Para ello, también se erigen en principales las tareas de observación e información para una correcta orientación del trabajo. La observación implica informarse de manera adecuada, con fuentes ciertas y confiables, analizar correctamente toda la información recogida, cotejarla y confirmarla antes de ser transmitida en un informe. Esta tarea continúa siendo fundamental en el proceso de toma de decisiones, pero sus características han cambiado dramáticamente a causa de la revolución informativa. La "revolución" de la tecnología de la información está creando un nuevo entorno internacional, en el cual se acelera la tendencia hacia la globalización y el "estado-nación" es menos crucial como unidad básica del sistema internacional.
El surgimiento de nuevos actores internacionales ha puesto fin al monopolio de estados que dirigen el sistema internacional. Las Organizaciones no Gubernamentales (ONGs), el sector privado, e incluso los individuos tienen diferentes intereses internacionales; y con el surgimiento de tecnologías nuevas y fáciles de usar, éstos intereses pueden proyectarse más allá de las fronteras nacionales.
Esta situación está creando cambios verdaderamente profundos en el campo de la diplomacia. La diplomacia tiene raíces profundas que se remontan a la historia misma de las relaciones humanas. Con frecuencia, la sola mención de la palabra diplomacia suele asociarse con tradición y conservadurismo. Es por ello que generalmente cuesta darle la bienvenida a los cambios profundos en el mundo de diplomacia, las revoluciones connotan incertidumbre. En el otro extremo, aquellos que creen que la diplomacia está pasada de moda por la nueva tecnología y sobrepasada por una nueva agenda se verán sorprendidos por la capacidad de adaptación de los diplomáticos. Es a la conducción política de la diplomacia a quien le cabe la responsabilidad de que esa adaptabilidad al cambio no se concrete a un ritmo más lento de lo deseable.
La inmensa mayoría de los Ministerios de Relaciones Exteriores se enfrentan al desafío de cambiar en el sentido de acompañar las nuevas transformaciones en el campo de las relaciones internacionales. En nuestro país, hemos probado crear y suprimir secretarias o subsecretarias, con objetivos muchas veces ligados al intercambio de favores políticos que a la adaptación al nuevo contexto internacional. Los nuevos temas que son objeto de debate en el mundo, como el traspaso del poder de no pocas organizaciones basado en la jerarquía a otras razones basadas en el trabajo en redes, la creación de equipos multidisciplinarios, task force y equipos virtuales para enfrentar nuevos desafíos y oportunidades, el desarrollo de una activa diplomacia publica, las nuevas tareas de los diplomáticos, la optimización de los recursos y un nuevo management orientado a metas.
En un contexto de sospecha generalizada de toda actividad pública, no es fácil llevar adelante reformas profundas que rompan con la inercia y las practicas que benefician a pequeñas o grandes corporaciones, políticas, burocráticas o sindicales. Cualquier decisión es y será criticada por algunos de estos sectores. Sin embargo, es necesario tomar decisiones y realizar profundas reformas en el marco de un proceso general de transformación ética y política.
La creciente brecha entre las demandas, por un lado, y los recursos disponibles, por el otro, requieren un mejor management, tanto de personal como de los recursos materiales y financieros. Se requiere entonces un cambio cultural en el sentido de un cambio de "procedimiento administrativo" y "pensamiento de statu quo" a uno orientado a la "efectividad y resultados". Esto debe bajar desde la cima hacia todo el Servicio Exterior. En este sentido sería conveniente diseñar un proyecto piloto para probar métodos de asignación de recursos de costos/resultados, bajo criterios de austeridad y eficacia, un planeamiento orientado a objetivos y modernos métodos de management. La heterogeneidad de las tareas del Servicio Exterior requiere un sistema diferenciado de control de management y de planificación de recursos, que se torna más complejo en virtud de existir varias unidades, cada una con sus necesidades específicas. Para ello debe hacerse una distinción que coordine entre las misiones en el extranjero, las unidades al interior del Ministerio, las secciones políticas y la cúpula decisoria.
Otros Servicios Exteriores (particularmente el Reino Unido, Francia, Suiza, Austria, Australia y Nueva Zelanda) han aplicado de manera exitosa una moderna estrategia y control de costos durante los últimos años.
El cambio cultural debe incluir la adopción de un disciplinado modelo de coordinación en la conducción de la política exterior, el modelo de control jerárquico del pasado debe ser suplido por uno de coordinación y modernización de la burocracia. En tiempos de globalización es necesario dinamizar el proceso de decisiones, des-estratificarlo en todo lo que sea necesario para que los temas importantes lleguen rápidamente a los niveles de decisión política.
Las diplomacias subestatales (accionar externo de las provincias, municipios y ciudades), estatal (accionar externo de las agencias o ministerios del Estado, Poder Judicial, Congreso Nacional) y trasnacional (actores privados, Ongs, etc), deben contar con mecanismos cada vez más fluidos de comunicación recíproca (Ej. Brasil, EE.UU.).
Sería muy funcional para este objetivo que se creara una red de funcionarios en cada una de las agencias del Estado que tengan como misión la relación con el exterior (Brasil). Dicha red tendría instancias periódicas donde se compartiría la información, se instrumentarían mecanismos de cooperación haciendo operativa la función coordinadora de la Cancillería (EE.UU.).
A las tradicionales funciones diplomáticas de representación, protección, negociación y observación, es necesario adicionar las nuevas funciones de gerenciamiento de programas, intermediación y representación comercial, construcción de consenso y mediación en conflictos. Establecer una nueva identidad del Servicio Exterior en términos de unidad de concepción), que no debe ser comprada “a medida” sino que debe ser el producto de diálogo intensivo y continuado con todos los miembros del Servicio.
Una efectiva diplomacia requiere diplomáticos cada vez más avezados y entrenados en los lugares correctos, y menos burócratas, personal administrativo y contadores de anécdotas remanidas, eternamente destinados en el exterior. Se necesita un cuerpo de verdaderos “interpretes” culturales, económicos y políticos que, residiendo en el extranjero pueda transmitir información con exactitud y de esa manera establecer puentes con los decisores de políticas, agregando valor a los gigabytes de información que fluyen entre las diferentes capitales. El Servicio Exterior necesita también de especialistas, particularmente en negociaciones internacionales, medio ambiente, fortalecimiento de la democracia, comunicación y relaciones publicas, derechos humanos, migraciones, control de armamento y mantenimiento de la paz; la mayoría de los cuales no requiere residir en el exterior, pero si de trasladarse frecuentemente -siempre un costo menor que mantenerse en el exterior junto a sus familias en forma permanente.
A una visión que enfatiza la actuación del diplomático en el exterior, se torna necesario contraponer una tarea primordial: la de articulación con el interior. Identificar los intereses nacionales está en la base del trabajo diplomático. El diplomático debe mantenerse en permanente proceso de articulación con los demás funcionarios gubernamentales, como los parlamentarios, y con los sectores organizados de la sociedad civil, para poder definir los intereses nacionales y defenderlos de forma adecuada en el plano externo. El diplomático debe trabajar permanentemente con raíces muy sólidas en su realidad nacional. En jocosa síntesis: menos “after office” y más empedrado.
Es necesario un redimensionamiento completo de nuestras Embajadas en el exterior de cara a los cambios en las relaciones internacionales y a nuevas prioridades. Dicho redimensionamiento incluye criterios sobre la composición de las representaciones en el exterior más balanceada entre diplomáticos y personal administrativo y de servicios. Esto implica reducir el personal de algunas Embajadas y ampliar el de otras. También es necesario cambiar los criterios de infraestructura edilicia de nuestras representaciones basados en el prestigio y la seguridad, dos criterios que se tornan cada vez menos imprescindibles. Hoy es más funcional a los intereses y prioridades de la política exterior, un edificio ubicado sobre una transitada calle céntrica que permita exponer nuestra cultura, nuestros productos y nuestras atracciones turísticas, que una hermosa mansión en una alejada zona residencial o un piso en un edificio con custodia, más parecido a una fortaleza que a una oficina de trabajo.
El uso sistemático de moderna tecnología de comunicaciones hará posible llevar adelante el Ministerio y nuestras misiones en el exterior como una sola unidad. Eso nos permitirá delegar más responsabilidad a nuestras misiones, con la correspondiente eficacia y ganancia de sinergia. Hasta donde sea posible las decisiones instrumentales deben ser tomadas por aquellos con especialización local, y a la vez nuestras representaciones debe estar involucradas totalmente en lo que sucede en el Ministerio. Esto supone que todas las misiones deben estar unidas al sistema del Ministerio, una tarea que debe completarse de manera inmediata. Es necesario actualizar la infraestructura en nuevas tecnologías. La adquisición de tecnología debe ser ajustada para apoyar las prioridades clave de la diplomacia. Buscar un balance entre recursos humanos y tecnológicos es el desafío, la tecnología es un instrumento que debe facilitar las tareas del diplomático.
Como en el sector privado, es crucial en tiempos de recursos escasos concentrarse en la función principal y optimizar los gastos en la administración interna. Algunas tareas administrativas podrían pasar a ser outsourced. El outsourcing es un instrumento cuyo objetivo principal es la reducción de gastos directos, basados en la subcontratación de servicios externos que no afectan la actividad principal de la organización. Dichas contrataciones se harán siempre de manera transparente y siguiendo los mecanismos requeridos en la Administración Publica Nacional.
Debemos preocuparnos por extender nuestros contactos y diálogos con la comunidad de negocios, los medios de comunicación y la sociedad civil en general. Un mayor intercambio de personal con instituciones que representan lo que podría llamarse "nuevos actores internacionales" alentaría el intercambio de ideas y nuevos acercamientos.
Al igual que otros Ministerios (EEUU, Canadá, Gran Bretaña, Francia, Holanda) es necesario crear equipos multidisciplinarios (Reserve Service) de expertos y profesionales, académicos especializados en regiones o temas, ejecutivos de empresas con experiencia en hacer negocios, directivos de ONGs, especialistas en medios de comunicación y nuevas tecnologías, expertos en recursos humanos y planificación estratégica, así como otro tipo de líderes y referentes sociales, a fin de incorporar conocimiento experto en materias que no constituyen la dedicación principal de la organización. Estos profesionales, por fuera de la carrera, solo ocuparían posiciones de asesoramiento temporario frente a necesidades puntuales, sin afectar el normal funcionamiento de la carrera del Cuerpo Permanente, y le aportarían asimismo una visión por fuera de la burocracia. La utilización de estos recursos puede hacerse mediante la creación de grupos de trabajo virtuales vinculados electrónicamente a través de Internet.
Puesto que la igualdad de género es otro aspecto importante en el desarrollo de los recursos humanos, estamos preocupados por ver a las mujeres igualmente representadas que los hombres, particularmente en posiciones más altas del Servicio Exterior.
También es necesario introducir criterios de incorporación y formación de diplomáticos, que sean más representativos respecto de la inclusión de minorías que expresen la diversidad de la población y la cultura argentina. Los más modernos Servicios Exteriores mantienen una política activa en cuanto a las minorías sub-representadas.
Por todo ello, y constituyendo nuestro deber como legisladores velar por un efectivo funcionamiento del Estado, pongo este proyecto a disposición de mis pares solicitando su apoyo.
DIEZ MEDIDAS A ADOPTAR EN EL MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES, COMERCIO INTERNACIONAL Y CULTO.
1.-Reorganización funcional
Restructurar el Ministerio para dar paso a mayores responsabilidades delegadas, de modo de acelerar el proceso decisorio y facilitar una rápida respuesta a los nuevos desafíos. Se propone establecer una estructura organizativa similar a Itamaraty, con cuatro Secretarios de Estado (Relaciones Exteriores, Comercio Internacional, General y Culto) y ocho subsecretarios.
2.-Restructuración Financiera y Presupuestaria
Los crecientes compromisos internacionales de la Argentina no han sido acompañados con los recursos económicos necesarios para un desempeño eficiente. El presupuesto del MRECIyC disminuyó comparativamente, ya que en 1994 era de 372 millones y hoy alcanza a 843 millones, para equiparar el de 1994 debería ascender a 1153 millones. Hay que tener en cuenta que más del 50% del gasto del Ministerio se ejecuta en el exterior. Las consecuencias de este desfinanciamiento repercuten negativamente en las actividades del Ministerio, por lo que se propone un estudio minucioso de los gastos corrientes que permita ahorros que puedan ser reasignados, así como también la creación de fuentes de financiamiento específico (tasas u otras) que le brinden una mayor disponibilidad de recursos. Es crucial en tiempos de recursos escasos concentrarse en la función principal y gastar menos en la administración interna. Dondequiera que sea posible, algunas tareas administrativas deben ser outsourced (subcontratación de servicios externos), de manera transparente y siguiendo los mecanismos requeridos para la Administración Publica Nacional.
3.-Transparencia en la elaboración y gestión de la política exterior
Por años las actividades diplomáticas estuvieron por “razones de Estado” marcadas con la impronta del secreto o la reserva. Los servicios exteriores más modernos han comenzado a diseñar una agresiva estrategia de comunicación tendiente a establecer un contacto más fluido con la sociedad, de modo de obtener una mejor comprensión de los asuntos internacionales, retroalimentación en su elaboración y mayor legitimidad. Se busca extender los contactos y diálogos con la comunidad de negocios, los medios de comunicación y la sociedad civil en general. Un mayor intercambio de personal con instituciones que representan lo que podría llamarse "nuevos actores internacionales" alentaría el intercambio de ideas y nuevos acercamientos que serían beneficiosos para ambas partes. Esto debe complementarse necesariamente con una mayor transparencia en el manejo de los recursos.
4.-Profundización de la cooperación y coordinación con los países del MERCOSUR
Avanzar en la cooperación y coordinación en materia administrativa con los países del MERCOSUR y Chile, a través de las reuniones periódicas de los jefes de Administración para analizar costos, estrategias conjuntas en el alquiler de sedes, compra de boletos de avión, servicios de comunicaciones, etc. Para ello se propone estudiar la aplicación de técnicas empresarias, similares a las utilizadas por las transnacionales con sus filiales, y de auditorias conjuntas, lo que constituiría un avance en el proceso de integración política del MERCOSUR, así como un importante ahorro en el presupuesto. Estudiar el establecimiento de consulados conjuntos con los países del MERCOSUR, que atiendan a los nacionales de los cuatro países.
5.-Reforma del Servicio Exterior de la Nación
Iniciar una reforma del SEN tendiente a lograr una formación a tono con los cambios en el mundo. Introducir cambios en la capacitación, tanto para el ingreso a la carrera como para la promoción de los agentes diplomáticos, adaptando la formación al nuevo rol del diplomático que incorpora a sus funciones nuevas tareas y enfoques como trabajar en redes, articular esfuerzos entre el sector público y el privado, optimizar las relaciones económico-comerciales, las estrategias ante los organismos multilaterales y la cooperación internacional, la gestión cultural, los asuntos de seguridad internacional, así como facilitar la inserción de actores de la economía real en los negocios internacionales. Resulta imprescindible la implantación de un moderno sistema de evaluación que pueda enfrentarse con la cultura burocrática tradicional centrada en el cumplimiento de las reglas y procedimientos antes que en los objetivos y resultados de la gestión. De esta manera se debería afrontar el desafío de incorporar una “cultura de la evaluación” como parte primordial de una nueva “cultura del gerenciamiento público”.
6.- Asignación de recursos por objetivos
La creciente brecha entre las demandas, por un lado, y los recursos disponibles, por el otro, demanda un mejor management, tanto de personal como de los recursos materiales y financieros. Se requiere entonces un cambio cultural en el sentido de cambio de "procedimiento administrativo" y "pensamiento de statu quo" a uno orientado a la "efectividad y resultados". Esto debe bajar desde la cima hacia todo el Servicio Exterior. Se propone diseñar un proyecto piloto para probar métodos de asignación de recursos de costos/resultados, bajo criterios de austeridad y eficacia, un planeamiento orientado a objetivos y modernos métodos de management.
7.-Creación de equipos multidisciplinarios
Al igual que otros Ministerios (EEUU, Canadá, Gran Bretaña, Francia, Holanda) es necesario crear equipos multidisciplinarios de expertos y profesionales (Reserve Service), académicos especializados en regiones o temas, directivos de ONGs, especialistas en medios de comunicación y nuevas tecnologías, expertos en recursos humanos y planificación estratégica, ejecutivos de empresas con experiencia en hacer negocios, a fin de incorporar conocimiento experto en materias que no son el objeto principal de la organización.
8.- Actualización de la infraestructura tecnológica
Es necesario actualizar la infraestructura en nuevas tecnologías hasta equipararla a las organizaciones más modernas. La adquisición de tecnología debe ser ajustada para apoyar las prioridades clave de la diplomacia. Mantener un status quo en esta materia es inaceptable, tanto como una exagerada inversión en sofisticada tecnología. Buscar un balance entre recursos humanos y tecnológicos es el desafío: la tecnología es un instrumento que debe facilitar las tareas del diplomático.
9.- Redimensionamiento de nuestras misiones en el exterior
Es necesario un redimensionamiento completo de nuestras Embajadas en el exterior de cara a los cambios en las relaciones internacionales y a nuevas prioridades. Dicho redimensionamiento incluye criterios sobre la composición de las representaciones en el exterior mas balanceada entre diplomáticos y personal administrativo y de servicios.
10.-Activa política de promoción comercial
La diversificación de los mercados, así como la profundización de los beneficios del comercio, requiere una promoción eficiente e integral de las oportunidades que ofrece el comercio exterior y la inversión. Para ello se propone la creación del Consejo de Comercio Exterior en el que participen todos los sectores involucrados, la optimización y mejor aprovechamiento de la infraestructura física con que cuenta la Argentina en el exterior, para una agresiva gestión de comercio exterior, acortar y desburocratizar los tiempos entre que se detecta una oportunidad comercial en el exterior y un exportador argentino envía su oferta, una actualización de conocimientos de los agregados comerciales argentinos en el exterior para transformarlos en verdaderos brokers, un aumento de los recursos disponibles para la promoción por la vía de la eliminación de funciones superpuestas y la utilización de una parte de los impuestos aplicados a la exportación.