Quiero compartir con ustedes el discurso -imperdible- de Álvaro García Linera en la entrega del Honoris Causa de la UN Cuyo · Feduba, el 28 mayo de 2014.

"Muy buenos días a todos ustedes. Saludo con mucho respeto al rector de la Universidad, Arquitecto Arturo Somoza; al vicerrector José Rodríguez; al ministro de Trabajo del gobierno de Mendoza; al Consejo Superior de la Universidad, que tomó la decisión de otorgarme este honor, para mí, para mi persona, de Dr. Honoris Causa; a los ocho decanos/as de nuestra Universidad; a nuestro embajador, a nuestro cónsul; a los estudiantes, a los profesores, a los académicos; pero permítanme también saludar con mucho cariño con mucho respeto a mis compatriotas bolivianos que están aquí.


Me siento muy emocionado por este reconocimiento a un comunista, a un luchador, a un comunitarista, a un subversivo, a un irremediable subversivo de la vida, porque en el fondo así ha sido mi vida. He dedicado casi 30, 35 años de mi vida para luchar por la causa de la emancipación de los pueblos de Bolivia, de América Latina que en lo que me queda de vida seguirá con este destino. Recibo con mucha humildad este reconocimiento de Dr. Honoris Causa y lo recibo a nombre de mi país, de mi pueblo, de 10 millones de bolivianos que hoy luchan por construir una sociedad mejor.

Llegado al aeropuerto me sucedió algo muy curioso. Venía de La Paz, de 3600 metros de altura sobre el nivel del mar; El Alto, que es desde donde salen los aviones, 4000 metros. Voy confiado, de que vengo del frío. Venir de 4000 metros sobre el nivel del mar, lo acostumbra a uno al frío diario. Pero cuando me bajo aquí en el aeropuerto de Mendoza, hacía más frío aquí en Mendoza que en Bolivia, que en La Paz. En mi imaginario Argentina siempre se me presenta como un lugar verde, con mucho calor, donde los jóvenes andan con poleras (remeras), y fue un contraste que me llamó mucho la atención que hiciera más frío aquí en Mendoza que en Bolivia.

Eso me hizo recordar una imagen que quiero mostrarles a ustedes de lo que sucede en mi país y de este profundo vínculo de historias entre Argentina y Bolivia, Bolivia y Argentina:

En 1532, cuando llegaron los españoles a Cajamarca, estaba el Inca rodeado de un ejército, un ejército de miles de indígenas y estaban los españoles refugiados en unas instalaciones. Lo convocaron al Inca a una reunión y le habían preparado una celada. La caballería de Pizarro, que una vez que entró el Inca arremetió con fuerza contra los custodios del Inca Atahualpa. Lo hacen caer de su estera. Lo detienen, lo apresan y luego lo matan. Ahí comenzó una larga historia de dominación colonial de los pueblos de América Latina que tuvo en la caballería su punta de lanza de este proceso de dominación terrible que se dio en el continente. 1532, la traición de Cajamarca, la celada de Cajamarca.

En 1817 va a ser otra caballería, pero no la que va a detener ni postrar a un líder indígena, sino la que va a rendir honores a un líder indígena. Está en mi mente la visita de Belgrano a Potosí, con uno de los ejércitos auxiliares que partió de estas tierras argentinas. Y es la primera vez que registra la historia -no hay otro registro en la historia- que una autoridad con la caballería le rinda honores, ya no lo ataque, sino le rinda honores a un líder indígena, el famoso indígena guaraní Cumbay. Va a ser Belgrano, un argentino, que va a realizar el acto de reconocimiento hacia un indígena que no se había conocido antes, desde tiempo de Atahualpa -y que no se va a conocer después hasta los tiempos de Evo- cuando Belgrano, a la entrada de Potosí, coloca la artillería, la caballería y toda la oficialidad vestida impecablemente para una ceremonia imperial y va a recibir Belgrano a un indígena que llegará con tres o cuatro flecheros, casi semidesnudo, pero recibido como un rey, como un líder.

Va a ser el ejército argentino el que va a dar la primera señal de la clave de la historia de América Latina: el reconocimiento de los pueblos indígenas. Cumbay, líder guaraní, que había estado peleando contra los españoles, es recibido por Belgrano en Potosí, recibido por el general Belgrano, se quedará una noche a dormir Belgrano en Potosí, después tendrán charlas, para actuar conjuntamente contra los españoles.

Desde entonces nunca, un ejército, una caballería, una autoridad, reconocerá a un indígena, con la calidad que lo hizo Belgrano a este guaraní. Van a pasar 20, 30, 40 años se van a formar las repúblicas, va a surgir Bolivia, van a haber revueltas, revoluciones, golpes de Estado, nunca la caballería: los honores, van a ser dados a los pueblos auténticos de estas tierras latinoamericanas: los indios. Y será recién el año 2006, más de 450 años desde la muerte de Atahualpa, más de 150 años desde la recepción de Belgrano a Cumbay, que nuevamente y por primera vez, en tierras latinoamericanas, los ejércitos, la caballería, les van a rendir honores a otro indio: Evo Morales Ayma.

¿Qué habrá pasado por la cabeza de Belgrano para hacer una cosa tan avanzada? ¿Qué tipo de educación y de percepción del mundo habrá tenido Belgrano para adelantarse a su época 160, 170 años? En mi país, antes de Evo, ninguna autoridad, ningún ejército rendía honores a los indígenas, siendo que somos un país de mayoría indígena. Nunca. Nunca una caballería se postraba a las órdenes de un indígena. En tiempos de Belgrano, sí sucedió. Y tuvo que venir Evo Morales para recoger esa enseñanza, para recoger ese símbolo. Y hoy en día el ejército rinde honores a un indígena llamado Evo Morales, como tendría que haber sido siempre en nuestra América Latina.
No me deja de sorprender este vínculo entre Argentina y Bolivia. Argentina ha tenido otro derrotero frente a sus pueblos indígenas. Pero ha tenido entre sus líderes personas muy visionarias. Personas que veían los hilos hacia el futuro y no se empantanaban, simplemente, en el presente. No en vano es aquí, en Argentina, que en el Congreso de 1816 se debatía sobre la posibilidad de la restitución de una especie de monarquía constitucional a la cabeza del heredero Inca.

En Argentina se debatieron en el siglo XVIII cosas muy hermosas que luego no se pudieron cumplir. Luego la historia llevó por otros lados a la Argentina, pero tuvieron próceres, intelectuales, luchadores que pudieron visibilizar que América Latina iba a poder caminar sus caminos de emancipación sólo cuando el movimiento de los pueblos indígenas adquirieran su reconocimiento. Y eso recién sucedió en el siglo XXI.

Hoy América Latina en su conjunto está atravesando procesos muy importantes de transformaciones decisivas de su política, de sus Estados, de su economía, de la sociedad. Muchos líderes que hace 30, 40 años eran guerrilleros, subversivos, llamados terroristas, perseguidos, torturados, encarcelados, hoy gobiernan el continente.

Desde El Salvador, un guerrillero, hasta Argentina, Brasil, un obrero, Argentina luchadores de los años contra la dictadura, en los 70 y 80; Nicaragua, Ecuador, Venezuela y Bolivia, enmarcan un continente donde por primera vez en más de 180 años de historia republicana, se da una articulación de gobiernos progresistas y revolucionarios. La única globalización que llegó a América Latina fue la de los golpes de Estado y la del neoliberalismo. Si en algo éramos comunes los latinoamericanos en el siglo XXI era por los golpes de Estado o las dictaduras militares. Es decir, una articulación de derecha, una unificación formal a partir de la reacción, de la represión, de la tortura, del asesinato. Y luego vino la otra forma de articulación continental, que fue en los tiempos neoliberales, los tiempos de la privatización, los tiempos en que lo público se volvía privado, lo común se volvía individual.

Desde México hasta Argentina, Bolivia y Brasil, Chile y Perú, Ecuador, Venezuela, en los años 80 y 90 el continente vivió un segundo proceso de articulación regional de derecha, es decir, de desnacionalización de las sociedades, de la economía, fragmentación de las estructuras sociales. Y es a principios del siglo XXI que se da un acontecimiento extraordinario que no tiene un parangón en la historia: la emergencia diversa con sus ritmos, su propio lenguaje, sus propios liderazgos, sus propias metas, pero que podemos denominar un programa post neoliberal. Unos más acelerados, otros más lentos, pero en el fondo hoy América Latina camina con un régimen
de carácter post neoliberal, que nos permite ver Estados Unidos o Europa desde otra distancia. Cosas que hemos vivido en Argentina, recién comienzan a reproducirse ahora en España, en Grecia, en Italia, en Francia, lo que hemos vivido aquí y que sabemos que conduce al desastre, que es la entrega de lo público a lo privado. Iniciativas del Banco Mundial y del Fondo Monetario que se aplicaron en América Latina y que fracasaron y que fueron superadas, hoy se presentan como novísimas propuestas en Europa, en Europa del Este, en Europa del Sur. En ese sentido hoy el continente está más avanzado.
Eso no quita que no tengamos dificultades. Hay dificultades, va a haber dificultades, tiene que haber dificultades. Problemas a veces en economía, en la política, en el ámbito social, pero por encima de esas dificultades está el diseño general de un nuevo tipo de continente, de un continente que ha tomado varias decisiones. 

La primera es ponerle fin a estas políticas de acumulación por expropiación, es decir de privatización, que destruyó buena parte del ahorro colectivo de los trabajadores, extranjerizó y privatizó los recursos públicos de cada nación.
Una segunda iniciativa es la conquista del poder, la conquista del gobierno por vía democrática. Muchos de nosotros nos propusimos la lucha por el poder del pueblo, a través de la vía armada, de la lucha armada. Buena parte de los hermanos que propusieron eso murieron, fueron encarcelados, desaparecidos, torturados, desterrados. Pero esa misma generación, a partir de un nuevo contexto social, que asume la conducción de sus países a través de la vía democrática, entendida la vía democrática no solamente como elecciones cada cuatro o cinco años, sino como creciente participación del pueblo, a través de organizaciones barriales, laborales, sindicales y gremiales en la toma de decisiones.
Es una segunda característica del continente. La primera: las políticas post neoliberales en el ámbito económico; la segunda: la democracia como guía de transformación hacia cambios revolucionarios en la organización social.
*La tercera: el papel cada vez más activo y creciente de organizaciones sociales. No solamente están los partidos, también este vínculo con estructuras sociales de movilización urbana y rural, campesina, obrera, vecinal, barrial, profesional. No se trata de un sistema de partidos tradicional, fundado en una competencia electiva meramente de partidos; eso era un tipo de gobernabilidad, pero en el continente hay una presencia, a veces más activa, a veces más mediada, de las organizaciones sociales, como otro tipo de gobernabilidad. El continente latinoamericano está construyendo una gobernabilidad dual, digámoslo así, en el ámbito del régimen parlamentario y en el ámbito del régimen social. 

Se trata entonces de otro tipo de gobernabilidad. Políticas post neoliberales; la democracia como espacio de transformación social; nuevo régimen de gobernabilidad dual que combina el Parlamento, las elecciones, con la sociedad, con las calles. 

Un cuarto elemento, más presente en algunos países, en otros no tanto, es el tema de la descolonización interna. En sociedades como la boliviana, donde los pueblos indígenas han sido mayoría y siguen siendo mayoría, se construyó a lo largo de la colonia y de la república, un régimen de desconocimiento de derechos y de apartheid generalizado.

Cuando Bolivia se funda como república en 1825, más del 90% de las personas eran indígenas, pero la Constitución no reconocía a los indígenas como sujetos de derecho colectivo. Peor aún, sólo reconocía a los ciudadanos aquellos que hablaban el idioma castellano, que tenían propiedad privada y no propiedad comunitaria y que eran poseedores de un monto monetario. Es decir, una ciudadanía para el 10% de la población. En Bolivia se constituyó un régimen de castas, un régimen de segregación, étnico, cultural, racial y nacional. Ni siquiera la revolución del ’52 reconoció derechos colectivos a los pueblos indígenas, más bien lo que le gustó fue blanquearlos: todos campesinos, todos castellano hablantes. “Entregue su cultura a cambio de tierra, esconda sus ancestros a cambio de educación monolingüe y única, olvídese de su identidad cultural a cambio de un mestizaje de carácter estatal.”
Esta fue la característica de la constitución de la identidad colectiva en muchos países de América Latina y en particular en Bolivia. Los procesos de transformación contemporáneos, en el caso de Bolivia, tienen al movimiento indígena como nuevo sujeto que ha permitido -aliándose con obreros, aliándose con estudiantes, aliándose con pobladores, con vecinos- crear una estructura constitucional de derechos que le llamamos el Estado Plurinacional.

El Estado Plurinacional en Bolivia significa dos cosas: en primer lugar, el reconocimiento dentro del Estado y la nación de 36 naciones indígenas -originario-campesinas. El Estado reconoce la identidad, la cultura, el idioma, las tradiciones, los símbolos de cada una de las naciones indígenas, como naciones, no como folklore, sino como nación, como identidad colectiva nacional. El propio sistema de justicia reconoce la justicia ordinaria, la que utilizamos con los jueces, los abogados, y la justicia indígena originaria. Hay un sistema dual de Justicia.

La elección de autoridades de parlamentarios a nivel regional, reconoce la elección por usos y costumbres, es decir, por asamblea de representantes al gobierno regional de cada Departamento. Y en la estructura de elección de los parlamentarios a nivel nacional, a nivel del Estado general, como ha dado resultado esta última elección: el 70% de los representantes de la Asamblea Legislativa Plurinacional, tanto de Diputados, como del Senado, pertenece a organizaciones sociales, obreras o indígenas o campesinas.
Es decir, es un proceso de pluralización de las instituciones. Estado Plurinacional significa reconocimiento institucional, reconocimiento legal, cultural, político, del conjunto de las identidades colectivas nacionales indígenas: aymara, quechua, guaraní, mojeña, trinitaria, simionó, iuqui, araona, etcétera.

Pero a veces la Plurinacionalidad también significa un segundo momento. Significa el proceso de indianización de la propia identidad boliviana. No solamente reconocimiento de los pueblos indígenas, al interior del Estado, sino indianización del propio ser boliviano. Comenzando desde los símbolos patrios: la bandera tricolor y la wiphala; de las medallas, de los rituales, de los símbolos, de la narrativa histórica, de la enseñanza en las escuelas, de los procedimientos administrativos, de los idiomas oficiales. Hoy en Bolivia existe un proceso gradual de indianización. No es que la antigua identidad y cultura boliviana se la desplace; no, se enriquece, se entremezcla, se indianiza, recogiendo el conjunto de enseñanzas, de virtudes, de procedimientos, de experiencias, de tradiciones que vienen del mundo indígena. No es un mundo para indígenas y otro mundo para no indígenas. Todos nos indianizamos, sin dejar de reivindicar tradiciones propias, herencias propias. Los que no somos indígenas incorporamos en nuestro bagaje cultural, en nuestra identidad, procesos de indianización cultural histórico.

Plurinacionalidad significa entonces este doble proceso: reconocimiento de naciones e indianización de la identidad nacional boliviana. Entonces, en Bolivia diferenciamos dos: la identidad nacional estatal, Bolivia, y la identidad nacional cultural, aymara, quechua, guaraní, mojeño, trinitaria, etcétera. Y, a la vez, indianización de la propia identidad nacional estatal. Se trata de un proceso complejo, pero que construye igualdad. Se trata de un proceso con muchas dificultades administrativas internas pero que sienta justicia histórica a estos 500 años de dominación sobre las mayorías de los verdaderos dueños de nuestras tierras, que hoy son Poder.

Hoy Bolivia está gobernada por indígenas, pero que no solamente gobiernan para los indígenas. Hoy los indígenas gobiernan para todos los bolivianos: para los indígenas y para no indígenas, para empresarios, para estudiantes, para profesionales, para campesinos, para obreros, y esto nos trae una cuarta cualidad del proceso continental.

Dijimos medidas económicas postneoliberales; dijimos la democracia como escenario de la transformación social; dijimos como el tercer elemento, las organizaciones sociales, como el núcleo de la gobernabilidad dual, parlamentaria y social, callejera, organizativa. El cuarto elemento, el liderazgo de los procesos indígenas en el caso de Bolivia, y en otros casos de obreros, de clase media, profesionales y juventudes. Pero el quinto elemento tiene que ver con el concepto de hegemonía e que involucra directamente a las universidades.

En los últimos diez años, debido a la crisis del neoliberalismo, ha emergido otro sector social, obreros, campesinos, indígenas, clases medias, juventudes, que están teniendo una virtud, que es la capacidad de liderizar a otros sectores sociales. Por experiencia en el gobierno, el concepto leninista y gramsciano de hegemonía tiene dos componentes, dos componentes indisociables. Por una parte el clásico: hegemonía es la capacidad de liderizar a sectores sociales que no son los tuyos; es la capacidad de incorporar a otros sectores sociales, que son diferentes a vos en el proyecto de tu sector, haciendo pasar el proyecto de tu sector, como proyecto de todos en la medida que incorporas elementos de los otros de manera secundaria en el proyecto líder. Hegemonía es una forma de seducción. Hegemonía es el liderazgo intelectual, moral y organizativo de un bloque social sobre el resto de los bloques sociales. Pero la hegemonía tiene un segundo componente y es la derrota del adversario.

No basta incorporar las preocupaciones y las demandas de los otros bloques sociales contestatarios opositores en la demanda para liderizar. Por lo general eso no sucede. Esta posibilidad, descripta por Gramsci, requiere de un elemento imprescindible: la derrota, que es la parte que le veía Lenin. Y siempre se ha querido ver una diferencia entre Lenin y Gramsci. La visión leninista de la hegemonía: la acción de derrota del adversario; la mirada gramsciana de la hegemonía: el trabajo de convencimiento. En verdad es una sola cosa. No puede haber convencimiento de los otros sectores si no los has derrotado previamente. Tienes que derrotar previamente al otro sector en su moral, en su intelectualidad, en su percepción del mundo. Y no basta derrotar al adversario si no tienes la habilidad de incorporar al adversario en el proyecto hegemónico dominante. Porque si no incorporas al adversario, más pronto que tarde, el adversario volverá a crear otro polo de oposición que te enfrentará y delimitará la expansión hegemónica.

Hoy, en Bolivia, vemos al presidente Evo, a los movimientos sociales, reunirse con los empresarios. ¿Cómo es eso de que la COB, los indígenas, se reúnen con empresarios? ¿No es que son los adversarios, no es que eran los que querían tumbar al presidente Evo? ¿No eran los que tenían que golpear al presidente? Sí lo hicieron, y los derrotamos. Cuando entraron en una actitud conspirativa, los enfrentamos, los derrotamos. Los derrotamos en los hechos, los derrotamos en las palabras, los derrotamos en las ideas, los derrotamos en la percepción del mundo. Pero una vez derrotados, hay que incorporarlos. Así que en este sentido, la lectura que yo entiendo de la experiencia latinoamericana de estos últimos diez años, es otra mirada de la hegemonía.
Hay adversarios, hay que derrotarlos y luego en su fragmentación hay que incorporarlos para consolidar el proyecto dirigente. Solamente de esa manera se consigue la dirigencia intelectual y moral del conjunto de la sociedad. Es decir, es Lenin y Gramsci simultáneamente la construcción de la hegemonía duradera en nuestros países de América Latina y en el caso específico de Bolivia. Entonces, tenemos este quinto componente muy importante de la modificación de la acción política. Organizaciones sociales que asumen protagonismo político, liderazgo indígena, obrero, o urbano, defendiendo a la sociedad. Construcción de un nuevo tipo de hegemonía. Y yo le decía aquí cómo esto tiene que ver con las universidades, y con dos cosas. Las universidades son los lugares donde se gestan las ideas fuerza de una sociedad. No son los únicos lugares, porque también están los sindicatos, también están los barrios, también están las organizaciones sociales como gestores de sentido común, de idea fuerza. Pero las universidades tienen un papel destacado. De hecho, fundamentalmente, son productores de ideas que se destinan luego al ámbito productivo, al agrícola, al mecánico, al ámbito industrial. Pero la universidad es el espacio, es el laboratorio de la generación de las ideas: técnicas, productivas, filosóficas, sociales, pero es la máquina de generación de ideas que luego se expande, se utiliza, se difunde, o se generaliza en el ámbito social.

En el caso de Bolivia, la derrota del neoliberalismo, que va a ser muy costosa, casi llegamos a una guerra civil, a un enfrentamiento bélico con las fuerzas opositoras. Incluso trajeron mercenarios de otras partes para querer enfrentarlo al presidente Evo, intentar asesinarlo. Pero el escenario fundamental de la derrota del neoliberalismo como ideología del mundo, fue en el ámbito ideológico, en el ámbito académico, en el ámbito de la discusión, en el ámbito del debate, en el ámbito de la opinión pública. Fueron los escenarios académicos, universitarios y los escenarios sociales y sindicales donde la batalla se dio primero en las ideas, en las percepciones del mundo.
Nunca olviden que la política es, ante todo, lucha por las ideas dirigentes de una sociedad. Que la política mitad es materia y mitad es idea. Que el Estado es mitad materia (instituciones, normas, presupuestos, reglas, procedimientos) y mitad es idea (percepción del mundo). Entonces la primera pelea donde se da el enfrentamiento contra el poder dominante es posible, es necesario, en el ámbito de las ideas. En la derrota de esas ideas.

Eso sucedió en América Latina. La derrota de que el neoliberalismo nos iba a convertir a todos en europeos. Los argentinos más cerca de Europa y los bolivianos replicando Suiza de color cobrizo. Eso era lo que nos vendieron en los años 80 los neoliberales. Que todos íbamos a ser como los europeos, como los norteamericanos, empresarios, emprendedores, activos, globalizados, privatizados, y la derrota de esto se dio en las calles, en los enfrentamientos, pero ante todo en la percepción de la gente, en la posibilidad de que era posible vencer. Si no se gana en el ámbito del espíritu y de la mente, no hay victoria duradera por más que ganemos en la calle. Porque la victoria de la calle es efímera, se dirime en un día, en tres días, en una semana. Pero la derrota mental está permanente, y uno mismo, a pesar de haber ganado en la calle, puede reconstituir al viejo poder dominante neoliberal.

La importancia clave de la lucha por las ideas, la lucha por las percepciones, la lucha por el imaginario colectivo que uno tiene que dar desde el aula, desde el texto, desde la entrevista, desde la opinión, desde el debate, desde la consulta.
Solamente sobre una plataforma expandida de nuevas percepciones del mundo el neoliberalismo abandona el escenario y se convierte en parte de los recuerdos arcaicos de la política, de la economía, del Parque Jurásico de la economía. Pero, a la vez, decimos ahí, en el ámbito académico, universitario, desempeña un papel decisivo. Pero el segundo papel decisivo que tiene que desempeñar el ámbito universitario y que aún, en el caso de Bolivia, no se da con la velocidad que uno quisiera, es en el ámbito de la construcción de los nuevos escenarios tecnológicos, de los nuevos escenarios administrativos, de los nuevos escenarios productivos, de los nuevos escenarios organizativos del nuevo régimen, de manera duradera.

Hay un desfase entre precocidad de las transformaciones en la sociedad y la política y la economía y los procesos de vinculación de la producción universitaria, de la producción académica, de la producción material de la universidad con estos procesos. No significa que no apoyemos los cambios; uno lo puede hacer, pero otra cosa es que en mi carrera de Arquitectura, que en la carrera de Economía, que en la carrera de Mecánica, de Física, de Matemáticas, se vayan gestando saberes, conocimientos y procedimientos que permitan potenciar y reforzar estos procesos de transformación, de democratización y de integración regional.

Muchas veces la autonomía -de la que también soy defensor, porque también sigo siendo profesor universitario- malentendida es vista como un pequeño feudo, aislado de la dinámica nacional. Y eso le hace daño al país y le hace daño a la propia Universidad. Lo que requerimos es sobre la dinámica fuerte de las transformaciones sociales, una Universidad que mantenga el respeto de sus decisiones internas, de la autonomía conquistada desde hace 100 años pero, a la vez, una fuerte vinculación de su producción académica, intelectual, hacia los procesos administrativos, tecnológicos, organizativos que se van dando en los países. Si esas dos cosas se logran realizar, las dificultades que vayamos a enfrentar por algún tema de precio de materias primas, por algún tema de alguna decisión equivocada en el ámbito financiero, estos dos elementos pueden permitir una base que impida un retroceso o una reconstitución de las viejas élites políticas dominantes y de los viejos modelos ya pasados. Es ahí, en el ámbito de las ideas y en el ámbito de su creación intelectual, en el cual la Universidad juega un papel decisivo. Ese sería el quinto elemento.

Y el sexto elemento es el tema de la integración. Políticamente hemos dado pasos muy importantes en integración. En el caso de Bolivia, cuando nos estábamos enfrentando a un golpe de Estado, porque en el año 2008 hubo un golpe de Estado. Bolivia tiene nueve Departamentos, regiones geográficas y en 2008 seis de esas regiones geográficas no las controlábamos, no gobernábamos, no podíamos siquiera aterrizar en esos Departamentos. Instituciones tomadas, policía y fuerzas armadas debilitadas, controladas, asfixiadas por un conjunto de fuerzas regionales muy conservadoras que impedían el gobierno. El año 2008 fue un momento muy terrible para el presidente Evo y para el gobierno. Solamente controlábamos tres departamentos: La Paz, Oruro, Potosí, la zona andina. Los valles eran opositores, la zona amazónica y de los llanos también opositoras, y ni siquiera podíamos ir a ejercer funciones protocolares como presidente, como vicepresidente. Un golpe de Estado; asesinatos contra dirigentes sociales; toma de instituciones; planteamiento de una dualidad conservadora de poder y el papel de Unasur, el papel del gobierno de Argentina, del gobierno de Venezuela, del gobierno de Ecuador.

La Revolución Boliviana le debe mucho a Argentina. Sin esa intervención del gobierno argentino, seguramente yo no estaría aquí, recibiendo un Honoris Causa. Estaría en alguna cárcel acusado de terrorista y el presidente Evo estaría seguramente muerto.

Fue la solidaridad latinoamericana que se movió al día siguiente del golpe de Estado, que le puso un freno al golpe de Estado en Bolivia. Pero no fue solamente aquí, en Bolivia. Lo mismo viene sucediendo ahora con Venezuela, que es objeto de una agresión terrible de las fuerzas imperiales que buscan debilitar al pueblo venezolano. Está ahí, está la Unasur, la Celac, están los presidentes, la presidenta Cristina hablando con el presidente Evo y con los demás presidentes.

Yo quiero que los jóvenes valoren mucho eso, porque hace poco menos de diez años no se llamaban entre presidentes. Quienes los llamaban era el Departamento de Estado de EEUU. Quien llamaba era el Comando Sur de EEUU para definir qué tenían que hacer los comandantes de las fuerzas armadas, qué tenía que hacer el presidente. No hay en la memoria histórica desde la Tricontinental -que organizaron Fidel Castro y el Che Guevara- una vinculación práctica política entre el conjunto de los pueblos latinoamericanos. Solamente que entonces éramos guerrilleros. Ahora somos gobierno con las posibilidades de la toma de decisiones.

Entonces ustedes tienen un escenario político de nuevo tipo. Procesos de cercanía, de empatía, de apoyo en el ámbito político de nuestra región. Pero no es suficiente. Tenemos que transitar de esta integración política, de esta coordinación política de primer nivel, entre gobiernos, entre organizaciones sociales, entre estructuras políticas a un proceso de integración de carácter económico.

El continente tiene que ser visto como un espacio de integración económica y política. Alguna vez con el presidente hemos mencionado: hay que imaginar al continente latinoamericano como a un gran Estado Plurinacional, donde se respeten los gobiernos nacionales, sus sistemas de autoridad, su régimen cultural. Hay una larga herencia que no se puede modificar pero que a nivel superior se creen instancias financieras, jurídicas, políticas y económicas de decisión común a nivel continental.

Si uno se fija cómo se está moviendo la economía mundial, puede sacar varias conclusiones. Ya lo había dicho el profesor Giovanni Arrighi; pero recientemente el profesor que está de moda, el señor Pickering. Cada cual a su modo, con sus cuadros, muestra la importancia que está adquiriendo en la distribución de recursos económicos y la importancia comercial que tenía Asia, en primer lugar; el liderazgo que tenía en 1600, 1700, que lo perdió en 1800, que cayó en 1900, y que a partir de fines del siglo XX comienza a ascender como la economía de mayor importancia. Y una América Latina que se ha liberado de los grilletes del neoliberalismo y que hoy tiene, pese a las dificultades en un país o en otro, una de las tasas de crecimiento más importante del mundo.

Pero, además, América Latina posee gas; América Latina posee petróleo; América Latina posee alimentos genera alimentos para el mundo; América Latina tiene las reservas más importantes de biodiversidad del mundo; América Latina tiene reservorios de agua dulce del mundo; América Latina tiene los minerales estratégicos y raros del futuro, comenzando por el litio, y los minerales clásicos; América Latina tiene la población más joven en el mundo; América Latina ha tenido procesos de formación académica y universitaria. Nos faltan Premios Nobel. Nos faltan institutos de especialización, pero tenemos una buena materia prima de muchos jóvenes que han pasado por los claustros universitarios. Aún no somos líderes en descubrimientos, pero tenemos una de las tasas de formación universitaria más elevadas del resto de los continentes. Es esto lo que hay que trabajar. Esto tiene que ser la base material y organizativa de un proceso real de integración.

Cuando Belgrano se iba para La Paz, hasta Tiahuanaco; o cuando San Martín cruzaba hasta Chile ¿estaban imaginando un Estado de carácter continental? No estaba en sus cabezas ese continente partido en pequeños cubículos aislados. Y el futuro es ése. No solamente como una herencia de nuestros próceres. No tenemos futuro si no es a nivel continental. Ningún país del mundo, ni siquiera Brasil, que es el más grande, tampoco Argentina, ni Chile, ni Ecuador, ni Venezuela, solos no van a poder influir en el mundo. Los procesos de mundialización son tan grandes que devoran y aplastan a los pequeños países o a las economías pequeñas, moderadas o intermedias.
Si juntamos esos 450 millones de habitantes con sus recursos, con sus potencialidades, con sus capacidades, eso sí va a influir. Y no solamente tenemos esa potencialidad, sino que somos el puente entre Asia, África y Europa. La economía se está desplazando hacia Asia. La dinámica económica en los próximos 50, 60 años va a estar del lado de Asia. Y nosotros miramos hacia el Pacífico y miramos hacia el Atlántico. Es decir, somos un continente bisagra de los lugares más importantes de la dinámica económica.
A estos procesos de integración política, con estas cinco características revolucionarias internamente, tenemos que apuntalar un proceso de integración económica. Ahora: es muy difícil y recuerdo las reuniones del presidente Kirchner, de la presidenta Kirchner con el presidente Lula, con el presidente Evo, con el presidente Correa, o con el presidente Chávez. Recuerdo las reuniones porque yo participaba acompañando al presidente Evo. Los esfuerzos por juntar inversiones, por crear el sucre, por ver integraciones verticales, horizontales, de empresas. No es nada fácil. No lo hemos hecho en 180 años. No es algo fácil, pero obligatoriamente ése es el destino.

Si no somos capaces, esta generación, los jóvenes de hoy, de apuntalar, de vincular y de pensar en clave continental -porque es fácil pensar en clave nacional, mi empresa, mis iniciativas, pensando en cómo sobrevivo, cómo mejoro mi economía, cómo me compro mi casa y mi carro, y cómo mi intelecto lo ubico meramente para pensar cómo me va en la provincia, cómo me va en la región, sin contar el resto de América Latina- perderíamos.
Es desde nuestras universidades, desde su tecnología, desde sus conocimientos, desde sus habilidades, desde sus tesis, desde sus planificaciones, que hagan que tenemos que comenzar a pensar en clave continental.

Este siglo XXI tiene que ser no solamente el siglo de los pueblos, el siglo de los regímenes revolucionarios, sino porque es de los pueblos tienen que tener la dimensión internacionalista del Che Guevara, de nuestros revolucionarios. Es decir, ¿cómo convertimos la entrega personal del Che en tecnología? ¿Cómo convertimos la ética del Che en planificación? Es irrepetible lo que hizo el Che. No se puede repetir y siempre queda como un ícono insuperable que orienta al ser humano. Pero ¿qué puede hacer un ingeniero, qué puede hacer un economista, un filósofo, un arquitecto, un agrónomo de la Universidad, para ser como el Che? No puede ponerse un uniforme verde olivo y tomar la metralleta. No sale ya. Pero puede hacer lo mismo en términos de importancia a partir de lo que es. ¿Qué son ustedes? Universitarios, profesionales. ¿Y qué hace un profesional universitario? Piensa, planifica, organiza, produce, y se puede ser como matemático, como físico, como agrónomo, como arquitecto, como ingeniero, como agricultor, se puede ser como él. Pero eso es construir la dimensión continental de nuestro país. La dimensión continental de nuestra integración. Es ahí donde el joven universitario puede convertir sus cinco, sus siete, sus diez años de estudio, de investigación, de sacrificio, en un compromiso revolucionario. No se les pide que nos vayamos a la montaña. Se les pide que usen su conocimiento para diseñar el continente, para producir el continente, a través de lo que son en su profesión.

Eso tenemos que hacer. En estos años tenemos que llegar a la tercera década. Ojalá para el 2030 con un proceso real, fuerte, de integración. Tenemos quince años por delante. No estamos hablando para el Siglo XXIII. Quince años que tienen que permitir que en el medio de esta turbulencia global, de esta declinación gradual de los imperios, de esta modificación de la geopolítica y de la geoeconomía mundial, el continente emerja como una estructura organizada.

Cuando hablamos de integración, cuando hablamos de Estado Plurinacional, latinoamericano, es fundamentalmente base económica, base tecnológica, base financiera, base productiva y de planificación que vaya desde México, porque no hay que permitir que México se nos vaya al Norte. México es como nosotros. Tiene nuestra sangre, tiene nuestra piel, hasta Tierra del Fuego.
Y allí los países donde todavía hay gobiernos conservadores que miran a América Latina con un desprecio autosuficiente, ahí hay que cambiar. Ahí hay que ir a pelear, ahí hay que ir a potenciar las organizaciones sociales de estos países, especialmente de la costa. La costa del Pacífico no la podemos entregar a EEUU.

Y ahí agradezco las palabras del rector. Palabras que llegan hasta lo más profundo del alma de cada uno de los 10 millones de bolivianos. Gracias rector, gracias Universidad por apoyarnos con nuestra reivindicación de salida soberana al Océano Pacífico.

Pero decirles hermanos que no estamos pensando la salida al Océano Pacifico en clave aislada. No. Estamos pensando nuestra salida al Océano Pacífico en clave continental. Necesitamos de eso para integrarnos de una mejor manera con Chile. Necesitamos de eso para integrarnos de una mejor manera con Perú. Necesitamos de esa salida para integrarnos de mejor manera con el Brasil. Porque el paso obligatorio de Brasil para llevar sus productos hacia Asia es Bolivia, es el Océano Pacífico. En vez de estar navegando 15 mil kilómetros hasta Cabo de Hornos y luego ir a Shangai.

Nuestra salida al Oceáno Pacífico no solamente va a ser un tema de derecho histórico. Es también la clave de la penúltima herida, porque la otra es Malvinas. Necesitamos resolver esta herida para articular mejor el continente.
Estimados hermanos de la Universidad, de la población de Mendoza, muchas gracias. Muchas gracias por todo su cariño y véannos como bolivianos. Somos trabajadores, gente muy humilde, pero somos unos rebeldes terribles. Desde nuestras raíces que se remontan a Atahualpa y más atrás.

Estamos haciendo una revolución de igualdad, una revolución de justicia, una revolución de descolonización, pero que no solamente apunta a resolver los asuntos de un país tan pobre y abandonado durante tanto tiempo, sino que hacemos siempre pensando en ustedes, pensando en Brasil, pensando en Venezuela, pensando en Ecuador, pensando en Chile, pensando en Perú, pensando en nuestra América Latina, porque en nuestra sangre de bolivianos circula toda la sangre de América Latina y peleamos por ella.

Muchísimas gracias."